La leyenda del cuarto Rey Mago, Artabán
Inicialmente éramos cuatro.
Salimos juntos, guiados por la estrella, en busca del Niño de Belén. Una noche
acampamos junto a la choza de un pastor. Casi al amanecer se desató una
terrible tormenta. El pastor que gentilmente nos dio cobijo perdió gran parte
de sus ovejas, asustadas por el resplandor de los rayos y
truenos.
Nosotros tres reemprendimos la marcha hacía Belén, y él se quedó ayudando al
pastor a buscar sus ovejas.
Continuó el viaje solo, y en el trayecto se encontró con una familia de
campesinos que apenas tenían nada para comer. La cosecha había sido la peor que
recordaban desde hacía años. Nuestro compañero, el Cuarto Rey Mago, dejó allí
la leche y la miel que él llevaba como presentes al Niño de
Belén.
Finalmente llegó solo, cansado, tarde y con las manos vacías al pesebre donde
había ya nacido el Niño que estábamos buscando. Y allí ocurrió algo
sorprendente y maravilloso. Nada más entrar el Niño levantó sus brazos y los
dirigió hacia el Cuarto Rey. Éste, como tenía las manos vacías, se aprestó a
cogerle. El Niño acercó su oído al corazón del Mago que era tan grande y latía
con tanta fuerza y armonía que el Bebé inmediatamente se quedó plácidamente
dormido. Su Madre se emocionó al ver lo ocurrido y nos dijo:
Gracias por vuestros regalos. Sé que cada uno de ellos vale no tanto por su
valor material sino por el simbolismo que encierran y que habrá de servir a las
siguientes generaciones. Pero sin duda que el Niño ha elegido como regalo un
corazón ardiente y lleno de amor. El Niño nos había ofrecido su primer mensaje,
había proclamado al mundo su primer testimonio. Todos los allí presentes
sabíamos lo que nos acababa de decir, de mostrar: él había venido al mundo no
para ser agasajado con cosas, objetos o riqueza sino para abrazar y ser
abrazado por el Corazón Humano.
Desgraciadamente con el tiempo se perdió la transmisión de este acontecimiento.
El Cuarto Rey Mago pasó al olvido y, lo peor de todo, se llevó consigo el
recuerdo de lo ocurrido, el primer mensaje dado por Jesús al mundo. No nos
extraña que hoy quede tan poco de aquél primer suceso de Belén.
El Cuarto Rey ha sido totalmente olvidado; de hecho, seguramente nunca habíais
oído hablar de él hasta ahora.
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